Recorriendo tus cabellos de oro, mientras me dejo dormir al fondo de mi "última" botella.
Perdiéndome en tus ojos, cuando estoy vagando a las tres de la mañana sin destino.
Sintiendo el olor de aquel perfume, y cayendo inconsciente al frío suelo de mi casa.
Cerrando mis ojos, y viéndote en el horizonte, a la vez que repto hacia mi cama.
Con una sonrisa de oreja a oreja, ensombrecida por la suciedad de buscarte.
De seguir encontrando basura que me da esperanza vacía y muerta.
Conteniendo mis lágrimas cuando vuelvo a sentir tus labios cerca de los míos, aunque el tacto de mi húmeda almohada destroce el momento.
Llorando, cuando me miro en el espejo y te veo a mi lado, abrazándome, y vuelvo a acariciar ese rostro por el que daría mi vida, y mis manos se topan con la áspera madera del tocador.
Tu recuerdo me acompaña de nuevo hacia mi dura cama, y miro al techo, desconsolado y moribundo, sin mi soporte.
Moviendo los labios, haciendo una mueca y susurrando: "Mañana todo pasará". Esas tres palabras vacías, repetitivas y que solo me reconcomen un poco más.
Gritando hasta quedarme sin voz, al ver que vuelvo a estar solo, y siempre lo estaré.
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